Centro de Estudios

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Entrevista a Armando Cartes Montory E-mail

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El profesor Armando Cartes es abogado, pero creció rodeado de libros de historia. Así, desde niño tuvo una gran conciencia de la historicidad de su región, la del Bio-Bio, escenario de las guerras de Arauco y de la Independencia. Precisamentesobre este último período trata su más reciente libro, Concepción contra “Chile”. Consensos y tensiones regionales en la Patria Vieja, del Centro de Estudios Bicentenario, cuyo objetivo ha sido “provocar e incitar a una revisión, desde el prisma regional, a eventos ya muy conocidos de la independencia”, dice. Tiene la esperanza de que su obra pueda iniciar un nuevo debate, pero también la revalorización de las provincias en la historia de Chile como república.

¿Cuáles fueron sus primeros trabajos historiográficos?

Sin ningún acercamiento previo a la investigación histórica, cuando me correspondió hacer mi tesis de licenciatura en Derecho en la Universidad de Concepción. Escribí la biografía de un personaje penquista, don Pedro del Río Zañartu, trabajo que me puso en contacto con las fuentes de la genealogía, la prosopografía y la historia regional.

Acerca de “Concepción contra ‘Chile’…”,  ¿por qué y cuándo decide investigar más acerca de la Independencia?

Siempre me interesó el aporte regional a la Independencia, me parecía que era una temática y una perspectiva pendiente en la historiografía nacional. La preparación de mi tesis de Magister fue la ocasión de acometer este trabajo.

 

¿Es la Independencia la época de la Historia de Chile que más le apasiona?

Me interesan los primeros cincuenta años de la historia republicana y la participación regional en la construcción del Estado. Creo que es necesario revisar los eventos con este prisma, pues permite comprender mejor eventos muy estudiados, pero no adecuadamente valorados.

El libro muestra, sin duda, una mirada regional para estudiar la Patria Vieja, ¿cuál es la vigencia de perspectivas regionales en la historiografía chilena y mundial?

Es indudable que hay un desarrollo importante de la historia regional, como metodología y como objeto de estudio. Coincide con un resurgimiento del sentido de lo local y la búsqueda de identidad, que necesita recurrir a la historia para hallar su sustento. Los espacios regionales, además, trascienden los Estados-Nación y se conectan a través de circuitos comerciales con el resto del espacio americano, por lo que explican mejor el funcionamiento de la economía y la sociedad mundo-colonial.

En su libro hace un contraste entre los chilenos que podrían llamarse “penquistas” y los chilenos del centro, ¿cuáles eran las diferencias entre ellos y especialmente en términos de sus aspiraciones en la época?

Los penquistas tenían una identidad propia, construida en tres siglos de vida fronteriza, en un territorio muy grande, que se vio reforzada con la creación de la intendencia de Concepción. Surge así una unidad geopolítica, que explica porqué los líderes del sur enfrentaron con identidad de propósitos los eventos de 1810. En definitiva, los penquistas vieron los sucesos de aquel año como una oportunidad de consolidar su autonomía y participar en la construcción de un gobierno nacional territorialmente representativo.

También en su obra se da a conocer la conexión que hubo entre argentinos y revolucionarios penquistas, ¿qué importancia tuvo para el proceso de emancipación?

Muchísima, puesto que el avanzado ideario y la radicalidad del proceso político argentino, con el cual los penquistas se hallaban unidos por múltiples vínculos, influyeron en Rozas, que era cuyano y sus aliados. Los penquistas instaron por el envío de tropas y pólvora y, en general, por un apoyo decidido a la junta porteña. Esto trajo a Rozas muchos enemigos y es uno de los factores que desencadena su caída.

Usted utiliza el concepto de “temprana Patria Vieja”, ¿en qué consiste esta noción y cómo comienza a descubrirla/configurarla en sus estudios?

Para efectos de la perspectiva que sigue el libro, la periodificación tradicional no es adecuada. Cuando desembarca Pareja en San Vicente y comienza la fase bélica de la independencia, los penquistas se alinean firmemente en patriotas y realistas, por lo que las diferencias provinciales pierden significación. Concepción, además, asolado por la guerra, ya no puede resistir al empuje centralista del gobierno santiaguino. Es al principio del proceso, en cambio, desde 1808, cuando se rompe la legitimidad imperial con la prisión de Fernando VII y comienza a construirse un nuevo orden, el momento en que la discusión sobre la forma de gobierno y la distribución del poder tiene lugar. Es la hora en que se expresan con más claridad las aspiraciones regionales.

¿Cuál diría usted que es la clave para ser un buen historiador?

Creo que la clave es un adecuado equilibrio entre el uso de fuentes y la reflexión histórica. Hay que reinterpretar, pero también hay que probar. Sin estos elementos nos movemos entre la especulación y la mera crónica.

¿A su juicio, qué aspectos del período de la Independencia falta analizar o investigar más? ¿Cuáles han sido desvalorizados y cuáles sobrevalorados o transformados en mito?

Hay muchos temas pendientes. Creo que la instalación de una visión canónica, centralista y militarista, de la independencia, centrada en la junta de Santiago y las batallas, ha impedido el avance historiográfico. Desde la perspectiva de la Nueva Historia Política, que es la que adopta mi libro, debe estudiarse la conformación del ejército y la milicia, desde un perspectiva social; el rol de los provincias y partidos en el proceso, que mostrará que el avance no fue lineal; también deben identificarse las continuidades y rupturas con la  Colonia; en fin, hay muchos temas pendientes.

por Carla Arce Ilabaca

 
 
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