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Alejandro San Francisco: "Las divisiones del pasado no pueden dividirnos" E-mail

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A continuación presentamos la entrevista que el periodista Eleazar Garviso del diario El Día de La Serena le hizo al profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Doctor en Historia Moderna por la Universidad de Oxford, Alejandro San Francisco, publicada el 7 de febrero de 2011 a propósito del bicentenario patrio de 2010, de la unidad nacional y las rupturas de los chilenos en su historia, y de su trabajo como editor en los cuatro libros sobre nacionalismo e identidad nacional publicados por Centro de Estudios Bicentenario.
El historiador ha publicado numerosos títulos en nuestra casa editorial, de los cuales destaca la tercera edición de su obra en dos tomos La Guerra Civil de 1891.

 

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Alejandro San Francisco: "Las divisiones del pasado no pueden dividirnos"

 

El profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica analiza profundamente la importancia de aprender de las crisis que ha enfrentado Chile, pero siempre mirando hacia el futuro.

Eleazar Garviso, La Serena

 

El tema le apasiona. Junto al joven historiador ovallino, Gabriel Cid, el profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, Alejandro San Francisco, desarrolló un proyecto en  la línea de estudiar la formación de la identidad nacional chilena, la nación y los símbolos nacionales. Fruto de esta labor, surgieron dos publicaciones. Las muestra con orgullo. Se trata de  ‘Nación y Nacionalismo en Chile, siglo XIX’ y  ‘Nacionalismos e identidad en Chile, siglo XX’, ambas en dos tomos  (Centro de Estudios Bicentenario) . Explica que en este trabajo se puede advertir la pluma de treinta autores nacionales y extranjeros. "La idea era pensar en Chile históricamente y tratando de sacarse esos conceptos que han dañado al nacionalismo, como son la politización y el patrioterismo. Usar el nacionalismo como identidad, pero para rechazar a otros. Nosotros no queríamos caer en eso, sino que analizar históricamente cómo se había formado el estado y la nación chilena".

 

-¿Quedó conforme con la puesta en escena de la celebración del Bicentenario que inundó al país el 2010?

-"Hay dos niveles en que se puede ver el tema. Primero, el Bicentenario está marcado por ciertos sucesos que podrían haber ocurrido el 2009 o el 2008, pero que ocurrieron el 2010: Cambio de gobierno, el terremoto del 27 de febrero, el mundial de fútbol y  los mineros (rescate)".

-En el caso de las tragedias, ¿no opacaron una celebración tan importante y simbólica?

-"No, por una cuestión que es curiosa, porque fueron expresiones que permitieron el surgimiento del patriotismo y el nacionalismo de una forma que no habrían ocurrido si estos no hubiesen sucedido. Todos recordamos la famosa bandera en el sur de Chile del terremoto y el tsunami. En el mundial todos éramos chilenos y en el caso de los mineros se mezclaba por una parte una tradición muy rica en Chile, como lo es la minería y el trabajo de los mineros, con uno de los dolores más grande que pueda ocurrir, como lo es la muerte en los lugares de trabajo. Ahí todo Chile estuvo unido en torno a los mineros. Creo que las celebraciones de septiembre no fueron ni mucho ni poco, no fueron espectaculares, pero sí tuvieron cierto sello nacional interesante".

 

SELLO PATRIO

En este mismo sentido destaca cómo se consolidaron las tradiciones chilenas. Recordó que en 1831, cuando asumió como Presidente de la República el general Joaquín Prieto,  las celebraciones del 18 de septiembre tenían una fiesta   de la elite, del gobierno, populares, como las chinganas, las pampillas o ramadas, una de carácter religiosa, como el Te deum, y  los juegos de guerra.

- ¿Qué tuvo este 18 de septiembre?

- "Exactamente lo mismo, es decir, hay una consolidación de una tradición festiva que es muy potente en la historia de Chile y a eso uno debe sumarle que el 18 de septiembre de 1831 comenzó esta tradición chilena de continuidad institucional, que no había existido en la década precedente y que no existía en los demás paí­ses de Sudamérica".

Recuerda que Chile entre 1831 y 1891 tuvo una sucesión regular de gobiernos que no conoció otro país del mundo. Incluso, explica  que Estados Unidos se vio interrumpido por una guerra civil y el asesinato del presidente Lincoln. "En ese sentido Chile era excepcional, lo mismo se muestra el 2010 que es un año en que hay una transmisión de un  gobierno de un signo a otro y eso es  un símbolo de continuidad institucional".

-¿Cómo explica que irremediablemente al analizar una fecha de esta característica se cae en el ámbito político?

-"El Bicentenario por definición es un hecho político.  Hay dos bicentenarios, uno en 1810 que es la formación de la primera junta de gobierno y el otro es el que vendrá el 2018 a propósito de 1818, cuando se declara la independencia de Chile, porque los países ven que no basta con ser independiente por las armas si no que hay que declararla ante la faz del mundo".

-¿A su juicio, cuál fecha sería más emblemática?

-"Lo que ocurre es que la fórmula que usa la declaración de la independencia en 1818 es notable porque marca un poco el signo de las cosas, dice ‘el 18 de septiembre de 1810 fue el comienzo de la revolución’”. Ejemplifica que desde esa fecha hasta 1814 surge La Aurora de Chile, los símbolos nacionales, se crea la bandera, el escudo, las instituciones nacionales y la Biblioteca Nacional".

"Es decir, hay un sello que tiende hacia la independencia, y si uno ve el discurso y el lenguaje político se produce una revolución tal vez del lenguaje en el sentido de que las palabras ya no significan lo mismo".

-¿Pensaba que en el Bicentenario también hubiese grandes obras de infraestructura como ocurrió en Santiago en 1910?

-"Chile no es un país que tenga la tradición de conmemorar a través de grandes obras ciertos hitos históricos, como Francia o Estados Unidos. Ellos tienen importantes Arcos del Triunfo, como la Torre Eiffel en el Centenario de la Revolución Francesa. Nosotros no tenemos algo equivalente. Si miramos la victoria de la Guerra del Pacífico, la guerra de la independencia, incluso la guerra de la Confederación Perú-Boliviana, no hay equivalentes a un Arco del Triunfo".

-¿Debieron haber existido?

-"Si uno lo mira a posterior sería un buen reflejo fácil de enseñar historia; en segundo lugar, sería un signo turístico importante. Si uno va a Francia, el Arco del Triunfo es un lugar relevante, lo mismo el Museo de los Inválidos, donde está la estatua de Napoleón, pero por otro lado es recordarnos permanentemente las animadversiones con los países vecinos y a lo mejor eso podría ser negativo".

-¿Cómo explica el fenómeno de la guerra civil de 1891, donde a pesar del tiempo transcurrido  aún se advierten las divisiones?

-"Ese tema es bien interesante porque Chile es un país curioso. Recordemos la continuidad institucional que se produce en 1831 con el general Prieto y la que vivimos hoy a partir de 1990.  Chile en general ha tenido periodos largos de estabilidad; sin embargo, entre medio hay grandes rupturas y muy potentes. Lo  que ocurre entonces es que el ‘91 le sigue pesando varios años al país y sobre todo a nivel familiar-social más que a nivel político, donde se produce rápidamente una recomposición y reconciliación. Lo mismo ocurre con el ‘73, que hasta el día de hoy lo vemos como hito relevante en la discusión pública. Es porque si bien Chile tiene pocas crisis institucionales, estas son muy violentas y muy profundas".

-¿Cuántas generaciones más deberían pasar para terminar con esta discusión?

-"Las sociedades tienen que aprender a coexistir en los llamados tres tiempos históricos. Por un lado las sociedades deben tener memoria. En segundo lugar tenemos que ser capaces de vivir el presente, que no es neutro, sino que tiene una carga desde el pasado y es un presente que tenemos que aprovechar hacia el futuro. Por  ejemplo, Chile tiene muchas riquezas hoy y no puede gastársela todas, sino que tenemos que pensar en el tercer tiempo histórico que es el futuro. Esto significa que lo logrado y los errores del pasado tenemos que incorporarlos a la carga social de manera madura. Las divisiones del pasado no nos pueden dividir en el presente, pero también tenemos que aprender de ellas".

-¿Está planteando que en el futuro podrían, por ejemplo, volver los militares al poder?

-"Los historiadores estudiamos el pasado y el presente, pero no somos profetas y no somos capaces de predecir el futuro, sin embargo, los historiadores tenemos la capacidad de comprender cuáles son los procesos y los elementos que se repiten. Cuáles son los cánones que en los distintos procesos de quiebre histórico están presentes, por ejemplo, la extrema polarización política, ese es un hito que es clave. El surgimiento del odio político y  la animadversión".

En segundo lugar cita a las crisis constitucionales, y como tercer elemento detalla   el llamado que los civiles hacen a los militares  a cogobernar. "Por ejemplo, los presidentes Balmaceda, Alessandri y Allende llamaron a los militares a los ministerios en la medida que están anticipando algo que  al final parece ser que sólo los militares podrían quedarse a cargo de la crisis".

-¿Es positivo creer que sólo los militares dan garantía de gobernabilidad y seguridad del país?

-"Es peligroso llamar a los militares a cogobernar porque eso puede llevar a que los militares no cogobiernen, sino que gobiernen".

-¿Como ocurrió el ‘73?

-"No soy analista ni asesor de gobierno, pero creo que hay que evitar la extrema polarización política. Tenemos que aprender a disentir en democracia. En segundo lugar tenemos que ser capaces de respetar la Constitución y las leyes, todos y cada uno de los actores públicos, civiles y militares, los tres poderes del Estado, Gobierno y oposición; y en tercer lugar, debemos comprender que los militares tienen una función muy importante en la sociedad, que es de defensa de la soberanía nacional, función que necesariamente debe  estar alejada de la política contingente y por eso la constitución ha dicho que son obedientes y no deliberante, de manera tal que cuando uno los incorpora a la deliberación política tarde o temprano esa decisión tiene un costo".

-¿Le seduce escribir la historia desde el ‘73 en adelante, o cuándo es el momento justo?

-"Estoy siguiendo los tiempos de una manera no sucesiva, empecé en 1891, ahora he vuelto a la formación de la República 1818-1841  donde estoy investigando cómo se produce la deliberación y la intervención de los militares en política particularmente en 1829-1831, es decir desde la crisis de la constitución del ‘28, y a continuación quiero pasar a los dos sucesos del siglo XX, desde 1924-1931 y por último 1970-1973, que es la última fase de crisis institucional que deriva en intervención de los militares".

-Queda la sensación que a la gente le gusta la autoridad, basta recordar que a Carlos Ibáñez lo marginaron, ¿pero tras el Gobierno de Gabriel González Videla lo eligieron?

-"Lo que garantiza la autoridad es el fin de las discordias civiles.  Si se tiene un sistema muy autoritario, los pueblos tienden a buscar la libertad, por ejemplo, lo que está pasando en Egipto. Si los pueblos, por el contario, están viviendo en el caos,  desorden, de continua crisis institucional, tienden a pensar que solucionen esos problemas, y en ese sentido hay que entender por ejemplo la caída de Ibáñez el ’31. La búsqueda de libertad frente a un gobierno autoritario y además de la crisis económica derivada de la crisis internacional y el regreso de Ibáñez el ‘52, es decir un mundo agotado porque los gobiernos radicales que habían empezado con tanta fuerza y se habían reelegidos en dos ocasiones no habían logrado superar los problemas vigentes en las clases y en otros sectores, entonces parecía que Ibáñez con su fórmula de la escoba que iba a barrer con la corrupción iba a solucionar todos los problemas. Ahora, si se analiza el tema Ibáñez, le termina entregando el gobierno al hijo de su principal enemigo, a Jorge Alessandri, hijo de Arturo Alessandri, por lo que la política es muy veleidosa en ese sentido".

-¿Se queda con la alta política? Se dice que actualmente ha sido dominada por los conflictos pequeños...

-"Hay dos cosas importantes. La primera es recalcar que el nivel de la política chilena es bastante bueno y no pueden decir lo mismo los otros países en el nivel de formación intelectual, profesional, de estabilidad de los partidos políticos y de las instituciones, lo cual no significa que no haya problemas.  Si se lee la prensa, efectivamente se queda con que un dirigente atacó a otro dirigente, con que una intendenta está con problemas con un senador, con qué se dijo por Twitter o por Facebook, algo que generó reacciones, sin embargo he percibido en los últimos meses la búsqueda  de lo que se podría llamar políticas de Estado y gastar las energías en ese sentido es una buena fórmula".

 

 
 
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